jueves, 31 de julio de 2008

Música Barroca

Particular aprecio a la música sacra. Compositores de la talla de Palestrina, Alegri y otros, dejan una huella huella imborrable en el alma. En el video que "cuelgo" a continuación se puede escuchar una de las composiciones más bellas de la música barroca, pertenece a Tomasso Giovanni Albinoni, es el conocidísimo "Adagio en G Minor", interpretado por University College Oxford Orchestra, aunque el sonido no es tan claro y limpio, pero vale la pena dejarlo.

El sonido e interpretación de esta orquesta esta muchísimo mejor, espero les encante.

Canon en do mayor, la conocida composición de Pachelbel. Extrait de Johann Pachelbel, une réjouissance musicale(Belgique, 2006, 43mn)
ARTE / RTBF K
Konzert Johann Pachelbel in Brüssel
Musik (Belgien 2006, ARTE / RTBF)
Chef d'orchestre: Jean Tubéry
Chanteur: Les solistes du Choeur de Chambre de Namur

Sinceramente muchas de las versiones que encontré en la web, da verguenza ajena, felizmente la que cuelgo contiene una buena interpretación
Saludos tradicionales
vlady

Entrevista a Norberto Bobbio: El comunismo y el marxismo fueron reaccionarios

Sí, lamentablemente la ilustración va a contracorriente. El fin de la contemplación y la filosofía, para dar paso a diferentes modalidades inmediatas de formas de vida, hedonismo, consumismo, y otros que explican una realidad desalentadora, desindividualizada del ser humano.
Saludos

Comunismo y nazismo fueron reaccionarios
Por Luis Ángel Fernández Hermana

Norberto Bobbio (Turín, 1909) es uno de los pensadores y filósofos políticos más importantes de Europa. En 1975 inició en Italia el debate sobre socialismo, democracia, marxismo y comunismo, que ha influido en las nuevas generaciones de todo el continente. En esta entrevista Bobbio se une a la discusión sobre el significado actual del iluminismo y habla también de las tesis sobre la "utopía reaccionaria" del nazismo y el comunismo.

Pregunta. En alguna enciclopedia he leído: Norberto Bobbio, "exponente del pensamiento neoilustrado". Por competencia formalmente reconocida debo darle la palabra en la discusión abierta en La Repubblica por un artículo de Eugenio Scalfari que plantea varias cuestiones, pero sobre todo ésta: Isaiah Berlin tituló su antología de ensayos sobre autores ilustrados Contracorriente, pero hoy qué va más contracorriente, ¿estar con los ilustrados o con sus adversarios?

Respuesta. A juzgar por las filosofías dominantes hoy, y sobre todo por los dos grandes puntos de referencia de los filósofos contemporáneos, que son Nietzsche y Heidegger, debería decir que tiene razón Scalfari, que es la Ilustración la que va a contracorriente.

Empecemos por Berlin: Scalfari sospecha que su corazón está del otro lado. Usted también sospechó en algún momento algo parecido, en un artículo de 1980 para la Rivista Storica Italiana [Revista Histórica Italiana], dedicado a ese mismo libro, que acababa de salir en Inglaterra.

No cabe duda de que leyendo los libros de Berlin, y sobre todo a los autores que cuentan con sus simpatías, podría parecer que está de parte de los filósofos anti-ilustrados, tanto de los pre-ilustrados, como Vico, Herder y un completo reaccionario como Hamann, como de los pos-ilustrados, como Sorel, otro de sus preferidos.

Vico es fundamental en la historia del pensamiento, según Berlin.

Desde luego, es un típico representante de la anti-Ilustración. No es casualidad que Giambattista Vico haya sido un casi descubrimiento de Benedetto Croce, que desarrolló una de sus grandes batallas filosóficas contra la Ilustración considerándola una manifestación de lo que se daba en llamar "racionalismo abstracto", la expresión de una razón que no sabe reconocer la pluralidad de las situaciones históricas. Para él la razón ilustrada era una razón eminentemente antihistórica.

Si tanto Croce como Berlin, ambos liberales, sienten tanta simpatía por Vico y por autores historicistas y antiilustrados, surge la pregunta: ¿hay cuentas pendientes entre liberalismo e Ilustración?

La anti-Ilustración en los escritos de Berlin ha hecho que me plantee la cuestión de si el suyo es realmente un pensamiento liberal. A él, indudablemente, se le considera un gran pensador liberal, pero todos los autores que propone, revaloriza, destaca, pertenecen a la tradición opuesta, excepto uno: John Stuart Mill. Ahora bien, en la tradición liberal, además de Kant, son fundamentales John Locke y Benjamin Constant. La libertad liberal de los modernos es un desligarse, que pretende ser definitivo, de cualquier forma de organicismo. Ahora bien, si se toma esta libertad a lo Constant y se la va a buscar en los autores de Berlin no se encuentra, a pesar de que Berlin sea, como es sabido, el autor de Cuatro ensayos sobre el concepto de libertad y haya ligado su nombre precisamente a la distinción entre "libertad negativa" y "libertad positiva".

La libertad positiva (la libertad "de", la capacidad de ser dueños de sí mismos, de hacer, de eliminar los obstáculos), a la que Berlin prefería la negativa (la libertad "desde"), más genuinamente liberal, mientras que la primera está emparentada con el socialismo y el comunismo, nos lleva aquí a medir las relaciones entre la Ilustración y el marxismo. Para Berlin el marxismo representaba la "exageración" de la parte opuesta al nacionalismo, el comunismo era un exceso de universalismo y de racionalismo, igualmente peligroso.

Pero tampoco en esto me convence Berlin, porque respecto a la libertad de la democracia liberal y burguesa, nazismo y comunismo son hermanos: tienen el mismo enemigo. Me ha gustado mucho el libro que acaba de salir, de Paolo Bellinazzi - L'utopia reazionaria [La utopía reaccionaria], Editorial Name- que analiza los argumentos que nazismo y comunismo proponen como defensa de sus propias tesis y demuestra que el nazismo y el comunismo, contrariamente a la opinión común según la cual son ideologías opuestas tienen matrices comunes: los dos combaten el libre mundo burgués del mercado y de los estados parlamentarios, los dos casan con la Gemeinschaft contra la Gesellschaft, la comunidad arcaica (aquella en la que un individuo es sólo parte de un organismo) contra la sociedad moderna de los individuos singulares (y en cuanto tales, en libre relación entre ellos), los dos se oponen al individualismo y son partidarios del organicismo social.

Usted está diciendo que comunismo y nazismo se presentan como enemigos de la modernidad.

Sí, y Bellinazzi argumenta muy bien esta tesis. Cuando, por ejemplo, indaga en las relaciones entre los dos antagonistas Carl Schmit y György Lukacs, descubre que apoyan más o menos las mismas ideas, porque tienen el mismo enemigo, la burguesía y las filosofías del mercado; los dos se oponen a la misma producción de la riqueza, ambos son reaccionarios.

¿Usted está de acuerdo con las tesis de Bellinazzi?

El libro está muy bien documentado desde el punto de vista histórico y filosófico, y me ha llamado la atención también por cierta correspondencia de ideas. Siempre he mantenido que la historia del siglo XX se caracteriza por tres protagonistas: fascismo, comunismo y democracia (y no sólo por los dos primeros). También he mantenido siempre que la victoria habría correspondido a los dos de los tres que se hubieran aliado. La Segunda Guerra Mundial fue vencida por la alianza entre democracia y comunismo, que fue fatal para el nazismo. Esto es indudable, pero también es verdad que esta alianza era una alianza de guerra, que se realizó en el momento en que estaba estallando la guerra mundial. Y en efecto, en cuanto se derrotó al nazismo, comenzó la guerra fría entre los dos vencedores, durante cincuenta años, una guerra que acabó sin necesidad de disparar, porque con Gorbachov los comunistas tiraron la toalla.

¿Por lo tanto, esa alianza no tenía raíces en una mayor afinidad o en una menor distancia entre comunismo y democracia? Porque, verá usted, estamos, en cierto sentido, acostumbrados a pensar en el marxismo como una "exageración", pero de la parte opuesta a la del nazismo, como un exceso del "racionalismo abstracto" más que como un exceso del "irracionalismo concreto". En resumidas cuentas, error sí, pero por parte de los ilustrados y más allá de ellos.

Ésta es una de las ideas que los comunistas han cultivado para justificarse a sí mismos, ha sido un intento de autolegitimación.

Sin embargo, el nazismo se declaraba enemigo de las Luces, mientras que el comunismo se quiso continuador y "superador".

Esta valoración está destinada a cambiar. Nosotros, que hemos combatido el nazismo como aliados de los comunistas (y afortunadamente ha existido esta alianza, que ha determinado la victoria de la democracia), siempre hemos intentado legitimar y justificar en cierto modo a los comunistas. Era comprensible que intentáramos representarlo como un fenómeno progresivo y no regresivo. Éramos aliados en una guerra mortal, ¿entiende? Nos esforzábamos por ver los aspectos positivos, que después de la caída del comunismo ya no vemos. Después de su derrota definitiva nos hemos visto obligados a revisar la idea que nos habíamos hecho del comunismo.

En 1989 usted hablaba de un célebre artículo aparecido en Stampa, de "utopía invertida"; ahora ésta se ha convertido en una "utopía retrógrada".

Acepto la expresión del título del libro de Bellinazzi, utopía reaccionaria. En este diseño utópico de transformación radical de la sociedad está implícita una idea antiliberal, porque el liberalismo cree que la historia de la libertad es una historia de continuos pasos del bien al mal, de intentos logrados y fallidos. No hay un fin obligado en la sociedad perfecta. Liberalismo es igual a antiperfeccionismo, mientras que tanto el marxismo como el nazismo eran utopías perfeccionistas.

©PoliticasNet. 2001. Este documento puede ser reproducido citando siempre su procedencia.

domingo, 13 de julio de 2008

Lain (ánime)

Sinceramente es el mejor ánime -junto con "Evangelion", "el ángel deL futuro", "la tumba de las luciérnagas" y por ahí otro que a lo mejor olvido- que he visto. Una niña muy introvertida recorre muchas experiencias en la vida en la que se confunden otras dimensiones del ser que aquí son presentadas como la red virtual. Extraños mails son enviados por "personas" muertas, personalidades diversas de un mismo ser, "caballeros" misteriosos y sabios buscan a seres que despiertan a la realidad. Muy bueno.
En éste capítulo, "girls", un "chip" tiene la propiedad de evitar que el cerebro emita la sustancia que hace que seamos concientes del tiempo. Con buena música y en un ambiente subterráneo y oscuro.
Cómprenla, viene en un DVD los pocos episodios de esta serie.
Serial Experiments Lain 2 (part 1)

Serial Experiments Lain 4 part 1 (este capítulo es genial, se titula "RELIGIÓN"

Saludos
Vlady

domingo, 6 de julio de 2008

Bob Dylan: Highway 61

Bob Dylan/The Band - Highway 61 Revisited (1969)

Un clásico inolvidable de Dylan, en dos versiones temporales distintas.

uno de mis videos preferidos de Dylan, Like a Rolling stone (1966)

vlady

Norberto Bobbio: Sobre el fascismo

El fascismo, un tema de actualidad que nos lleva a meditar sobre las contradicciones y desviaciones del sistema democrático, un ejemplo, con las observaciones del caso, es lo que ocurre actualmente en EEUU, el principio de seguridad del Estado esta llevando a conculcar algunas libertades.
Espero les interese
Vlady

NORBERTO BOBBIO

Sobre el fascismo*

"Giorgio Pisano se cruzó alguna vez con Vittorio Foa y le dijo: "Combatimos en frentes opuestos, cada quien con honor, ahora podemos darnos la mano". Foa le contestó: ‘Es cierto, nosotros ganamos y tú te convertiste en senador; si hubieras ganado tú, yo aún estaría en la cárcel [Giorgio Pisano fue un militante fascista; Vittorio Foa pasó ocho años en las cárceles de Mussolini. N. de laR.]. Piense en ello. Reflexione por un momento."

Reflexionemos. Norberto Bobbio escruta un instante más al interlocutor y luego se deja envolver por la penumbra que empieza a velar su estudio. Se aleja dejando deslizar a sus espaldas la estela de su gravosa autoridad. Cuando la tarde apenas comenzaba su descenso en la noche turinesa, un fantasma que hacía de maestro de ceremonias atendía la conversación, un convidado que pronto se evaneció: Ernst Jünger, el ultracentenario que vio dos veces al cometa. "Un gran hombre, una personalidad extraordinaria."

Bobbio sonríe pensando en sus noventa años. Es la edad de la distancia. Tenía trece cuando Benito Mussolini llegó a Roma para entregar a Vittorio Emanuele la Italia de Vittorio Veneto. "Él tenía treinta y nueve años. Sabemos todo del antifascismo de nuestros padres, pero no sabemos nada del fascismo que precedió a su antifascismo."

" Le diré algo que tal vez pueda parecer demasiado fuerte." Hace una pausa. "¿Me pregunta por qué hasta hoy no hemos hablado de nuestro fascismo? Pues porque nos a-ver-gon-zá-ba-mos." Otra pausa y luego vuelve a silabear. "Nos a-ver-gon-zá-ba-mos porque era cómodo actuar así. Pasar como fascista entre los fascistas y como antifascista entre los antifascistas. O bien, y lo digo para suponer una interpretación más benévola, era un desdoblamiento apenas consciente entre el mundo cotidiano de mi familia fascista y el mundo cultural antifascista. Un desdoblamiento entre mi ser político y mi ser cultural. Vivía mi pasión por la filosofía del derecho, seguía a mi maestro Gioele Solari, intachable antifascista. Me reunía con Piero Martinetti cuando ocupaba el puesto de secretario de redacción en la Revista de Filosofía. Frecuentaba las tertulias antifascistas y participaba en la Fundación Einaudi en 1933. En fin, no hacía caso de aquel fascismo progresivo que satisfacía las ambiciones de orden reclamadas por la vieja derecha liberal."

"La pregunta que usted me hace, ‘¿qué fue entonces el fascismo?’, ¿fue fascismo el de muchos intelectuales y políticos que después se hicieron antifascistas?, sólo tiene una respuesta: sí y no. Sí y no porque la República fue fundada por personajes ajenos al fascismo, como por ejemplo Leo Valiani. La pregunta puede hacernos pensar que el pasaje por el fascismo fue un pasaje obligado. Yo también me lo pregunté. Diría que no. Finalmente hubo un fascismo previo y un fascismo posterior, digo un lugar común, lo sé muy bien. Leí recientemente un artículo de Indro Montanelli en el que explica perfectamente cómo en realidad el fascismo se volvió otra cosa sobre la marcha. Hubo dos fascismos, uno de derecha y uno de izquierda. El de los liberales y el de los aventureros. En mi opinión, la diferencia entre el fascismo de los jóvenes y el fascismo de los viejos se reduce a lo siguiente: el de los primeros (si podemos usar esta palabra) fue revolucionario; el de los padres, en cambio, instrumental. Estos últimos sólo querían el orden, los otros un orden nuevo. Hay que remontarse a 1932, el punto culminante de ese fascismo primitivo, el fin del decenio que festeja la primacía de Italia en la travesía oceánica. El destino quiso que el año siguiente llegara a la escena Adolf Hitler, ante el cual Mussolini, que era visto como un maestro, se volverá un sometido."
La historia que sigue es la caída en la tragedia. "Siempre juzgué el fascismo desde el punto de vista del antifascismo, pero si se leen mis estudios sobre el fascismo se puede notar su objetividad histórica. Dije: con Hitler en el poder la guerra deja de ser un mito apasionante y se transforma en un programa político preciso. También el fascismo tuvo que actualizarse. Legisladores y filósofos fueron despedidos, tomaron la delantera las nuevas generaciones aturdidas por la retórica."

La tragedia se tornará en el horror: "Los judíos, que se habían asimilado ampliamente en Italia ­algunos participaban incluso en las estructuras del partido fascista­, conocieron la persecución; usted sabe bien cómo terminó esta historia, no tiene caso repetirla. Todo esto explica por qué tantas personas que habían sido sinceramente fascistas o simpatizantes, en un momento dado lo empezaron a odiar. El fin del fascismo fue una catástrofe de tal dimensión que finalmente lo olvidamos; o más bien, lo relegamos de nuestra memoria. Lo relegamos porque nos a-ver-gon-zá-ba-mos. Nos a-ver-gon-zá-ba-mos. Yo, que viví ‘la juventud fascista’ entre los antifascistas, me avergonzaba en primer lugar ante mí mismo, y luego ante los que pasaban ocho años en la cárcel; me avergonzaba ante los que, contrariamente a mí, no pudieron arreglársela."

La edad de la distancia consiente al profesor y le permite hablar sobre el tema serenamente. Otros protagonistas, en cambio, prefieren atrincherarse en la complicidad del silencio: "No, no es así. Por ejemplo, Giorgio Bocca habla tranquilamente de su pasado fascista."

La tarde se consume con el primer microcasete de la grabadora y en los ojos del profesor avanzan otros recuerdos que se revelan como un cuento que huye de las pupilas. Un fantasma irrumpe: Benito Mussolini. "Ahora es fácil hacer la caricatura de Mussolini, pero no hay que olvidar que tenía todos los rasgos de lo que Max Weber habría llamado un jefe carismático. Era el hombre que, a pesar de los avatares de la vida, pobre como era, había logrado saltar rápidamente todas las etapas. El presidente del Consejo más joven que había existido; sus discursos eran secos, rapidísimos, contundentes. Era agresivo y cautivaba las masas. No hay nada que agregar. Fue tan carismático como para seguir hasta el fin el destino de los jefes carismáticos: siempre con la razón de su lado hasta el día en que, al equivocarse, caen. Cuando declaró la guerra no se dio cuenta de que ya todo había terminado. Vimos al Mussolini de los últimos años, al Mussolini con sombrero y abrigo en Campo Imperatore. Tenía el rostro afilado, demacrado, pálido… Y luego terminar así, sin lograr entender lo que pasaba a su alrededor en aquella noche del 25 de julio, y menos prever el horrendo fin de Plaza Loreto. Es una confirmación, una de las pocas pruebas fehacientes de que la guerra partisana fue una guerra civil. Sólo una guerra civil puede acabar con el jefe colgado de los pies; una guerra entre Estados no acaba así. Fue una guerra entre italianos."

Bobbio asume el peso de una responsabilidad, la de la autoridad moral. Cada palabra suya, ahora, se ajusta a la decisión de cerrar la eterna posguerra italiana.

Giovanni Gentile: "Mi tesis de licenciatura fue la tesis de un gentiliano. Respecto a la lápida, no estoy de acuerdo en lo absoluto con la decisión del Senado Académico de Pisa. Gentile no merece la acusación de racismo. En el peor momento ayudó a muchos estudiosos judíos." Cualquier otro hecho, el insensato exilio de los Saboya, por ejemplo, encuentra la desaprobación de este turinés. Nunca es demasiado tarde para apagar los últimos fuegos de la posguerra.

Como si el fascista entre los fascistas, Primo Arcovazzi, el trastornado soldado de Luciano Salce interpretado por Ugo Tognazzi en la película El federal, pudiese acompañar otra vez en su sidecar al Profesor antifascista; y no para llevarlo al exilio a Ventotene, sino para ir a aquel exilio ideal que marca la distancia donde nadie corre el riesgo de quedarse en la cárcel o volverse senador, y donde los generosos desquicios del uno nutren las sólidas convicciones del otro. Es la humanidad del dolor; aquella historia donde "después uno ya no es lo que fue antes". Hay una escena sublime en aquella película, cuando en la desesperación del fin, muriéndose de ganas de fumar, los dos cruzan una calle donde zumban los jeeps norteamericanos. A lo largo de la película, el Profesor había tenido que salvar sus libros de las manos de Arcovazzi, quien quería arrancarles las hojas para hacerse cigarrillos. Extenuados, no se dignan en dirigir ni una mirada a las cajetillas de Pall Mall que arrojan los soldados de Estados Unidos. El Profesor, al contrario, hasta pisotea una, toma su libro de Leopardi, arranca la página del "Infinito" y se prepara un cigarrillo: "Al fin que lo conozco de memoria."

Ahora que la tarde ya acabó, Norberto Bobbio pregunta a su interlocutor: "Yo también quisiera hacer una pregunta. Cuando dije que usted vendría, mis amigos, mis amigos de mi círculo me advirtieron, ‘ése es un fascista’. ¿Me explica usted por qué es fascista?" Profesor, confesión por confesión, yo no soy fascista. Soy otra cosa. He amado el escándalo de quien juega como fascista en esta posguerra, porque ha sido la perspectiva más inédita desde la cual pude hacer otra cosa, volverme otra persona, para leer y estudiar en horizontes inaccesibles a otros. Lo confieso así, al gran estudioso, no a su círculo.

*Entrevista de Norberto Bobbio con Pietrangelo Buttafuoco aparecida en Il foglio, el 12 de noviembre, 1999.
Traducción del italiano de Clara Ferri

Entrevista con Norberto Bobbio, "Sobre el fascismo", Fractal n° 20, enero-mrzo, 2001, año 5, volumen VI, pp. 153-157.