jueves, 24 de septiembre de 2009

El Imperio de los signos

Roland Barthes

Roland Barthes realizó con “El Imperio de los signos” un curioso
acercamiento a la cultura japonesa. Como semiólogo, quiso acercarse a
la cultura japonesa desprendiéndose de toda idea preconcebida,
estudiando algunos rasgos típicos de esa cultura como meros signos
pero sin buscar trascender su significado. Así, mediante un juego
mental algo complicado, el autor busca plasmar lo japonés evitando la
traducción de sus características, no tanto a nuestra lengua, como a
nuestra estructura mental occidental.
Barthes subraya la pertinencia de su intención al acercarse así a lo
japonés en cuanto que en Japón el signo gobierna en cierto sentido
toda manifestación vital. En la cultura japonesa el sujeto no existe,
en parte como reflejo de la filosofía zen, y son las circunstancias
que lo rodean y envuelven las que nos acercan a él, representándolo.
Pero al mismo tiempo, y de manera paradójica pero plena de lógica, el
signo es una envoltura vacía. El significante huye del significado,
rompiendo el vínculo que debería unirlos, para no ser más que signo,
imagen, representación. ¿De qué? Del vacío. La nada es el interior y
el símbolo es sólo un exterior cambiante que nada quiere expresar.
Desde esta peculiar óptica, Barthes se adentra en distintos aspectos
de la cultura japonesa, a través de los cuales desarrolla la idea de
significante vacío.
De este modo se examinan la comida y sus útiles, como una imagen de la
liviandad, de la parquedad y de la estructuración de la presentación
que, sin embargo, el comensal rompe al elegir el orden en el cual
tomar los alimentos servidos todos a la vez pero perfectamente
separados y en pequeñas cantidades. En contraste con la ostentosa
acumulación occidental, la contención japonesa. Lo mínimo como paso
previo a la nada.
Así mismo, Barthes explora la ciudad japonesa y nos describe Tokio,
una ciudad cuyas calles carecen de nombre y cuyo centro está vacío.
Mientras que en Occidente el centro de las ciudades está ocupado por
el poder religioso, político y administrativo, representados todos
ellos por catedrales, ministerios y palacios, el centro de Tokio lo
llena el palacio imperial, ocupado por un ser tradicionalmente
divinizado e invisible. Es decir, el centro no cuenta para la vida
ciudadana que en su día a día esquiva ese vacío que, sin embargo, se
asume con naturalidad. Y en el centro de esa nada, se encuentra una
idea, la de la divinidad imperial, ya vacía de significado también.
El teatro Bunraku, en el que unas marionetas de dos metros son movidas
por tres personas para representar una historia que un narrador cuenta
acompañado por una música sucinta, sirve también al autor para
demostrar el predominio del significante en Japón. En Occidente toda
representación teatral busca realzar el significado: el actor se aleja
de sí mismo para convencer al público de la realidad del personaje. En
Japón por el contrario, el actor busca estar presente, su esencia
misma es la que alude al significado y lo señala dejando constancia de
que el actor no es el significado sino que éste está más allá de él.
De ahí que tenga sentido que en el teatro tradicional los papeles
femeninos sean representados por hombres. Lejos de presentar una
escena grotesca, la de un varón travestido, el actor alude, señala,
representa lo femenino dejando claro que lo femenino no es él. Se
destaca el significante como manera de llegar al significado.
También los haikus son una muestra de la ausencia de significado. El
haiku, con su hermosa sencillez, no pretende decir nada, es un poema
meramente descriptivo que prende con pocas palabras un instante. Un
instante igual al que lo precede y al que lo seguirá, sin más
trascendencia que la de ser ese instante. El significado y el
significante pasan a ser la misma cosa: el uno remite al otro, el otro
es igual al uno.
Barthes logra acercarnos así a una cultura donde símbolo y significado
se conciben como algo indisolublemente unido y, sin embargo,
claramente diferenciado, siendo el símbolo igual de representativo que
el significado.

Saludos Tradicionales
Vlady

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