De Antonio Gil
En isla LAITEC, Chiloé, existen múltiples huellas de pies humanos grabados en roca metamórfica. Indagando acerca de estas "extrañas" e "imposibles" impronta he dado con este artículo que espero os interese tanto como a mi.
Los estados múltiples del ser
René Guénon expuso su vivencia y conocimiento tradicional sobre los estados múltiples del ser en diferentes obras, de las que cabe destacar muy especialmente "El hombre y su devenir según el Vedanta", "El simbolismo de la Cruz" y "Los estados múltiples del ser", obras a las que remitimos a los que estén interesados al respecto.
El capítulo XXX de "Iniciación y realización espiritual "lo ha titulado Guénon de forma interrogativa, si bien ya desde el principio se adivina, conociendo su obra, cual es la respuesta puesto que a su pregunta ¿"El espíritu está en el cuerpo o el cuerpo en el espíritu?" sólo cabe responder afirmativamente a la segunda cuestión planteada por Guénon en dicho encabezamiento del capítulo XXX que, como artículo independiente lo escribió originalmente en la primavera de 1939.
Existe una jerarquía en todo pues, como es Arriba es Abajo, y lo jerárquicamente superior no puede estar sometido a lo jerárquicamente inferior. Es decir, que si el espíritu (Atmâ-Sí Mismo) es la sede "Principial" y de la cual derivan todos los estados múltiples del ser en todos sus grados de manifestación, como señala Guénon, y dado que "toda cosa está necesariamente contenida en su principio, y en realidad no podría salir de él ni con mayor razón encerrar a su principio dentro de los propios límites, son entonces todos estos estados del ser, y en consecuencia también el cuerpo, que no es sino una simple modalidad de uno de tales estados del ser, los que deben en definitiva estar contenidos en el espíritu, y no a la inversa".
Inversión de los símbolos desde un enfoque humano
Mas qué acontece en la percepción normal de las cosas: justamente lo contrario. El espíritu, se dice, está en el centro del ser humano, en el corazón. Y esto es así por la situación "invertida" que se da en la modalidad material que, en el ámbito humano, tiene su manifestación en el cuerpo, de ahí que sea en su centro, donde creemos que reside la sede del Espíritu. Recordamos al respecto una anécdota: hace ya 23 años, cuando hacíamos el servicio militar creíamos en la reencarnación y en una charla al respecto un compañero de cuartel rechazaba la teoría de la reencarnación porque en esta el cuerpo carece de importancia, es como un traje que va poniéndose el espíritu de vida en vida y nuestro contertulio no concebía "otra vida" suya sin tener el mismo cuerpo.
Mas los adeptos, esto es, aquellos que han ido más allá del retorno al llamado "Estado Primordial" y del Andrógino alquímico, afirman que lo Real es que todo está inmerso en lo Absoluto (Dios, para entendernos), luego tanto los estados individuales e incluso los supra-individuales, en realidad, están comprendidos en el Atmâ, "tal como en efecto están desde el punto de vista de la realidad absoluta, puesto que no son sino las propias posibilidades del Atmâ, fuera del cual nada podría verdaderamente ser en ningún modo". Es así como se insiste en la espiritualidad islámica se nos dice que la Realidad es Allah, y que nada Es fuera de él. Por tanto, al ir más allá de la "extinción del Ego" (al-fanâ) y lograr la "autosubsistencia" (baqâ´), el adepto alcanza la plenitud de su ser al alzanzar la totalidad de sus posibilidades al elevarse a los estados superiores del ser, transformándose así en "Al-Insânul-Kâmil", el "Hombre Universal" u "Hombre Perfecto". Y es por eso por lo que, entre otras razones, en los hastiales sur y norte de la ermita templaria de San Juan de Otero (hoy de San Bartolomé) en Soria (Castilla-España) el maestro de obras determinó que ostentasen sendos mandalas de diez corazones con una estrella de cinco puntas, invertida, en su centro.
"Añadiremos -concluye Guénon en el artículo citado- que esta "inversión" está en estrecha relación con lo que el simbolismo kabalístico designa como el "desplazamiento de las luces", y también con esa sentencia que la tradición islámica pone en boca de los awliyâ (Amigos de Allah), "Nuestros cuerpos son nuestros espíritus, y nuestros espíritus son nuestros cuerpos" (ajsâmnâ arwâhnâ, wa arwâhnâ ajsâmnâ), indicando con ello no solamente que todos los elementos del ser están completamente unificados en la "Identidad Suprema", sino también que lo "oculto" se ha convertido entonces en lo "aparente" y a la inversa. Según la tradición islámica igualmente, el ser que ha pasado al otro lado del barzakh se ha opuesto en cierto modo a los seres ordinarios (y ésta es por otra parte una estricta aplicación del sentido inverso de la analogía entre el "Hombre Universal" y el hombre individual): "Si él anda sobre la arena, no deja ningún rastro; si anda sobre las rocas, sus pies dejan su huella (1). Si se expone al sol, no proyecta sombra; en la oscuridad, una luz emana de él (2)".
Huellas de pies
Y en la nota primera que nos atañe añade Guénon: "Esto tiene una evidente relación con el simbolismo de las "huellas de pies" sobre las rocas, que se remonta a las épocas "prehistóricas" y que se encuentra un poco por todas las tradiciones; sin entrar ahora con este tema en consideraciones demasiado complejas, podemos decir que, de manera general, estas huellas representan la "huella" de los estados superiores en nuestro mundo". Y en la nota segunda dice: "Recordaremos aún que el espíritu corresponde a la luz, y el cuerpo a la sombra o a la noche; es entonces el propio espíritu lo que envuelve todas las cosas en su propia irradiación".
Al respecto comentaremos que en el verano de 1999 acompañamos a Javier Sierra -director de la revista "Más allá"- por el cañón del Río Lobos, camino de la ermita de San Bartolomé y le contamos algunas leyendas vinculadas con el lugar. Particularmente incidimos en dos: la que señala que uno de los cascos del caballo blanco de Santiago Apóstol quedó impreso en la roca y la que afirma que allá donde se le cayó a Santiago Apóstol la espada se edificó la ermita. "He aquí dos leyendas que nos están hablando de lo mismo: de una "influencia espiritual" que ha "descendido" para "posarse" en unos lugares muy determinados de este enclave soriano", le dijimos a él y a sus acompañantes.
Recordaremos también lo que describe Ibn al Arabî en "Las Iluminaciones de la Meca" respecto a que él pisaba allá por donde había dejados sus huellas los pies de un "espíritu" que se le apareció corporalmente y que había sido el "Polo" de su época siglos atrás.
En el sufismo se describe la "himma" como el poder concentrado de la energía espiritual puesta a disposición del "Hombre Perfecto" o, concedida como carisma y en diversos grados de aplicación, a los que están en "el Camino Recto". El "Hombre Perfecto", merced a la "himma", camina sobre las aguas sin hundirse y, en cambio, se hunde al andar sobre la roca (pero, mucho más importante: quien tiene "himma" puede "conocer" a Dios).
Es así como podemos comprender la peregrinación islámica de miles de musulmanes de todos los tiempos a las proximidades de la mezquita de Minâ en la que, según la tradición, junto al camino se encuentra una piedra en al que Muhammad, el Profeta, sentose junto a ella para guarecerse a su sombra y al reposar su cabeza la zona tocada se reblandeció de tal forma que quedó como inscultura el perfil de su cabeza en la susodicha parte afectada de la roca. O se peregrina a "La Roca" de Jerusalén donde están impresas en la piedra las huellas de los pies de Muhammad y de su cabeza también. O se asciende una enorme cumbre de Ceilán porque allí están insculpidas en la piedra los "Pies de Adán"... En estas peregrinaciones, como en cualquier otra a las tumbas de los "santones" del Islam o donde se guardan algunas de sus reliquias, el musulman va en busca de la "baraka", de la "influencia y bendición espiritual" que en tales enclaves existe, más allá del paso del tiempo, por intercesión de tales santones...
El "Barzaj" es el "Mundus Imaginalis", en la expresión de Henry Corbin, allá donde se espiritualizan los cuerpos y se corporalizan los espíritus..., símbolo del cual es la huella del pie del "Hombre Perfecto" en la roca.
Y, para concluir: en verdad nos parece que la más firme huella o rastro del "pie" proveniente del "Barzaj" (o sea, de los estados superiores) se encuentra en el "Eje" de los Estados del Ser en el que estamos pasando una modalidad humana y terrestre, y más precisamente en su "Centro", al cual debieran remitirnos las expresiones materializadas y fosilizadas incluso de huellas de pies humanos en las rocas de lugares milenaria o secularmente sagrados, pues lo de afuera no es sino una proyección "simbólica" de lo de adentro, lo exterior es una plasmación imperfecta de lo interior.
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